La última odisea de la exploración humana no se encuentra en el espacio exterior, sino en el complejo universo de la actividad cerebral.
Hablo del vertiginoso desarrollo de las neurotecnologías, desde interfaces cerebro-ordenador hasta sistemas avanzados de neuroimagen, en donde nuestros pensamientos más íntimos, nuestros recuerdos, decisiones aún no tomadas, pudieran ser leídos; en donde la propia esencia de la personalidad pudiera ser alterada, no por una enfermedad o una lesión, sino por un algoritmo. Esto, ya no es ficción, es hacia donde nos dirigimos por el ritmo del progreso de la neurotecnología y la neurociencia.







